Aunque yo quede en el olvido.

Cuando Dios está escrito en cada parte de mi corazón, empiezan a salir letras por todos lados.

Cuando hablas, una manera tan apacible y fuerte, ese tono entre amor y carácter, con buenos términos, que resuena el aula.

Cuando estudias e investigas, quieres conocer más de la historia, de la vida, de los propósitos, de las experiencias de la gente, de la construcción del mundo, desde el principio de los tiempos, hoy y mañana, el futuro, las siguientes generaciones, el avance y retroceso del mundo, y verlo a los ojos de Dios.

El estuvo en el principio de los tiempos y en 1750, estuvo en 1980, en 2015 y estará en el 2025, quieres que se conozca la cruz hoy y se conozca mañana. El Espíritu te sensibiliza el corazón para conocer y sentir lo que hemos pasado como mundo y lo que en realidad necesitamos.

Cuando comes y cuando compras, cuando cuidas, cuando tocas, lo quieres ver con Sus ojos. Comer lo que él comía, y pensar lo que él comería ahora, disfrutar de la comida que proveyó y cuidarme como el lo haría, comprar lo que él compraría, cuidar su creación, amar sus pinturas, tocar sus objetos, y sentir sus manos.

Cuando usas el tiempo, querer hacer lo que él haría, y estar donde el estaría, caminar a donde él caminaría, tocar la puerta que sabes que él tocaría, escribir justo lo que el escribiría y decir solo lo que él diría.

Cuando sientes, reír con su sentido del humor, saber más de sus inquietudes, preguntar sobre sus respuestas, llorar cuando el lloro y con quien sabes que el lloraría, abrazar a quien solo el abrazaría, bailar con el, meditar con el y hablar con él cada día.

Cuando diseño, vestir como a el le gustaría, decorar como él lo haría, escribir sus preceptos en las paredes, y en mis camisas como recordatorio de sus conceptos, cantar con el, y olvidarme de mi, verlo a él.

Olvidar mi corazón, olvidar mi opinión, olvidar mis gustos, olvidar mi voz, olvidar mis sueños y querer ser solo lo que el es.

Me robaste el corazón aunque yo quede en el olvido.